sábado, 23 de mayo de 2009

Apuntes¡¡¡

El libro por venir, Maurice Blanchot. (1)

El libro por venir reúne las críticas literarias que Maurice Blanchot escribió para la Neuvelle Revue Francaise entre los años 1953 y 1958. Todos ellos están destinados al insensato juego de escribir y a la exploración de los que Blanchot llamará el espacio literario, lugar (o no lugar) de apertura construido por el proceso mismo de la obra, la reflexión y la autobiografía.

Analogía entre el canto de las sirenas y el relato,
Blanchot compara el canto de las sirenas inhumano e imaginario pero humano porque es como el hombre con el relato, los dos abren en cada palabra un abismo que invita poderosamente a desaparecer en él.

El canto de las sirenas, un canto inhumano que atrae al hombre cuando este lo escucha pero que cuando va en su búsqueda desaparece. El canto da al hombre la sensación de querer sucumbir. Desesperación próxima a la fascinación. El hombre se sentía atraído por un canto que era el mismo del hombre pero con una belleza que reflejaba lo femenino. Imaginario, real, común secreto, simple y cotidiano.

Canto del abismo que, una vez oído, abría en cada palabra un abismo e invitaba poderosamente a desaparecer en él.

Navegantes-Lectores-Autores. Hombres del riesgo y del movimiento intrépido.

Canto-Relato: Una distancia, y lo que revelaba era la posibilidad de recorrer esa distancia, de convertir el canto en el movimiento hacía el canto y dicho movimiento en la expresión del mayor deseo.

Se había ido más allá de la meta; el encantamiento, con una promesa enigmática, exponía a los hombres a ser infieles a sí mismo, a su canto humano e incluso a la esencia del canto, despertando la esperanza de un más allá maravilloso, y dicho más allá no representaba sino un desierto, como si la región madre de la música hubiese sido el único lugar totalmente privado de música, un lugar de aridez y sequía donde el silencio, lo mismo que el ruido, quemaba, en aquel que hubiese tenido disposición para ello, cualquier vía de acceso al canto. En este párrafo se ven las primeras nociones de la idea que después Blanchot desarrollaría del afuera ese desierto privado totalmente de música.

Goce cobarde, mediocre y tranquilo. Sin riesgos y sin aceptar sus consecuencias. –sobre el cómo NO escuchar el canto de las sirenas (relato)

El poder de la técnica que siempre pretenderá jugar sin riesgo con las fuerzas irreales.
Navegación afortunada, desafortunada que es la del relato.

Sobre la novela y el relato.

Para Blanchot el relato surge de una oscura lucha entablada entre cualquier relato y el encuentro de las sirenas, ese canto enigmático que es poderoso debido a su defecto (que no es). En la novela dice Blanchot lo que está en primer plano es la navegación previa, aquella que conduce al punto de encuentro. Dicha navegación es una historia totalmente humana, está ligada a las pasiones de los hombres.

Excluir cualquier alusión a una meta o destino dice Blanchot es la única condición que se le da a los navegantes. Silencio, discreción, olvido. Ir como al azar y para huir de cualquier meta con un movimiento de inquietud que se transforma en distracción dichosa, está ha sido su primara y más dichosa justificación.

La modesta predestinación, el deseo de no pretender nada ni conducir a nada vuelven a la novela irreprochable.. El relato no es la narración del acontecimiento sino el acontecimiento mismo, el aproximarse de ese acontecimiento, el lugar donde éste está llamado a producirse, acontecimiento todavía por venir y gracias a cuya fuerza de atracción el relato puede esperar, él también, realizarse. Entonces según Blanchot el relato es insinuación.

El relato es movimiento hacía un punto no sólo desconocido, ignorado, extraño sino que parece no tener, de antemano y fuera de dicho movimiento, ningún tipo de realidad, pero tan imperioso, sin embargo, que de él sólo saca el relato su atractivo; de manera que este ni siquiera pude comenzar antes de haberlo alcanzado, pero, no obstante, el relato y el movimiento imprevisible del relato son los únicos que proporcionan el espacio donde el punto se torna real, poderoso y atractivo. El relato es el movimiento hacía algo que parece no real o que aun no lo es, y es sin embargo el relato el que le da esa realidad al movimiento, es la insinuación de que será real o es real.

Entre más leo más me doy cuenta de todo lo que me falta por leer.

Éste no relata más que a sí mismo, y este relato, al mismo tiempo que se hace, produce lo que cuenta; no es posible como narración más que si realiza lo que ocurre en dicha relación, pues entonces detenta el punto o el plano en donde la realidad que el relato describe puede unirse constantemente con su realidad (autor) en tanto que relato, garantizarla y hallar en ella su garantía.

El libro es la unión entre un mundo irreal y el real, entre el autor y su personaje, entre Ulises y las Sirenas. El relato se ayuda del tiempo, ese otro tiempo que es el paso entre lo imaginario y lo real. Ese poco a poco pero de inmediato imaginario, canto enigmático, que siempre está a distancia y que designa a está distancia como un espacio que hay que recorrer y el lugar a donde conduce como el punto donde cantar dejará de ser una añagaza. El relato quiere disolver dicho espacio y lo que lo mueve es la transformación que, al ejercerse en todas direcciones transforma poderosamente al que escribe. Pero no por ello deja de transformar al relato mismo así como todo lo que está en juego en el relato en donde, en un sentido, no ocurre nada salvo ese paso mismo.

Impresiones reales. Visiones. La ambigüedad del tiempo.
El relato cuenta un acontecimiento que sucede en tiempo presente pero que sin embargo logra destruir el tiempo presente y se convierte en la apertura de ese movimiento infinito que es el encuentro mismo, el cual siempre está separado del lugar y del momento en que este se afirma, pues él es la separación misma, esa distancia imaginaria en la que se realiza la ausencia, y sólo al termino de la cual el acontecimiento comienza a tener lugar, punto en el que se cumple la verdad propia del encuentro, del cual, en todo caso, querría nacer la palabra que lo pronuncia.

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